Desde hace ya más de un siglo han sido muchos músicos y musicólogos los que se han preguntado qué acontecía en la historia lejana en cuanto a nuestros instrumentos, su organología y su repertorio más allá del renacimiento.
Como percusionista dentro de este pequeño gremio que somos los “percusionistas historicistas” muchas veces compañeros y amigos me suelen preguntar: “¿Y qué es lo que tocas?”. A lo que yo respondo: “¡Pues como todos los percusionistas! ¡Muchos instrumentos!”.
Podríamos resumir que, básicamente, nuestro corpus instrumental se compone de tres familias: los tambores de marco (framedrums) entre los que se encuentran panderos y panderetas con todas sus variantes a lo largo del mundo; todo tipo de tambores y sus hermanos nobles los timbales barrocos; por último, la gran variedad de pequeñas percusiones tradicionales que nos ofrecen las miles de culturas musicales existentes.
Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos los percusionistas que ansiamos saber un poco más sobre nuestros antepasados instrumentales es que del barroco para abajo disponemos de muy pocas referencias, ya sea a nivel de repertorio como organológicas y técnicas. Aun así, tenemos varias vías que nos permiten acometer una interpretación historicista con una mínima base.
La primera de ellas, al igual que hacen el resto de colegas en la música antigua, es echar un ojo a la gran cantidad de iconografía que podemos encontrar en tratados, cuadros, miniaturas medievales, esculturas, etc.
De ellas podemos sacar mucha información, tal como el diseño de los instrumentos, las proporciones respecto del cuerpo del ejecutante y las técnicas que se usaban para tocarlos.
En el caso de los tambores de marco estas informaciones son de muchísima utilidad ya que, de entre los instrumentos de percusión antigua, estos últimos son a los que menos referencia se hace en los tratados (siempre pertenecieron al mundo popular) y por tanto disponemos de muy poca información escrita.
El mero hecho de echar un vistazo a esta iconografía ya nos da pistas de por dónde podían ir los tiros en cuanto a técnicas e instrumentos utilizados.
Para compensar esta carencia disponemos de otra gran fuente de información: la tradición oral y toda la gente que a día de hoy sigue tocando panderos y panderetas con técnicas que indudablemente beben de nuestros antepasados y que, por tanto, nos conecta con la historia de estos instrumentos y su práctica y repertorio antiguo.
Está en manos del intérprete decidir (siempre teniendo en cuenta el repertorio y el ensamble con el que toca) si se decantará por técnicas más orientales o de corte más europeo.
En la primera familia suele primar el uso de los dedos (solos o agrupados) y diferenciando bien los distintos sonidos (grave, agudo, seco, sonaja tocada con los dedos, etc.) y permite al músico tocar muy piano si es necesario. Debido a la cantidad de recursos que esta técnica ofrece, en las últimas décadas se ha generado una inmensa cantidad de métodos y repertorio propio para estos instrumentos. Nombres como Glen Velez, Yshai Afterman o Murat Coşkun, entre otros, son claros referentes de hasta dónde se pueden llevar estas técnicas.
El segundo enfoque, que nos es más cercano al ser el más usado en la península, suele constar de toques mucho más perpendiculares al parche y redobles por fricción (triscados) contra este mismo. Toda esta tradición tiene su origen y extensión en los países europeos al norte del mediterráneo y se fue extendiendo al resto de territorios vecinos. Podemos encontrar muchos maestros del Tamburello Italiano como Carlo Rizzo y Andrea Piccioni o de las variantes de pandereta peninsular de la mano de Aleix Tobias, Pere Olivé o el gran Xabier Leturia.
Os dejo un par de enlaces donde algunos de los citados maestros demuestran su destreza con sus framedrums:
Otra vía de información valiosa nos la dan los tratados que en cada época reunían y clasificaban tanto los instrumentos como su práctica.
El primer libro en el que salen representados por primera vez instrumentos de percusión europeos es en el “Tratado de organología” de Sebastian Virdung de 1511, donde quedan reflejados la mayoría de instrumentos que se usaban en Europa, entre ellos algunos de percusión.
Tendrán que pasar otros tantos años para que en 1588 aparezcan los primeros ritmos escritos en “L’Orchésographie” de Thoinot Arbeau, donde la percusión no es la protagonista si no la danza a la que esta acompañaba.
En él podemos ver escritos y descritos diferentes toques y ritmos de danzas que eran utilizados en Francia y el resto de Europa en aquella época. He aquí un par de ejemplos:
Pavana junto con su melodía (Superius):
Ritmo de Branle:
Por último, ya entrando en el Barroco, no podemos olvidarnos de los dos hermanos Phillidor, que componían para la corte francesa. Muchos de los primeros escritos para tambor y timbales se los debemos a ellos. He aquí un pequeño ejemplo sonoro de una de sus composiciones:
Aprovecho para comentaros que, hasta ya bien entrado el clasicismo, los timbales siempre los veremos ligados a un conjunto de vientos, casi siempre trompetas, por dos razones: la primera es totalmente organológica ya que todavía son instrumentos que sólo pueden tocar en una tonalidad fija cada vez (las trompetas eran naturales y los timbales se afinaban mediante llaves independientes entre sí y raramente se usaban más de dos); la segunda es que todavía conservaban su origen común militar, y hasta bien entrado el barroco se solían usar sólo para grandes fanfarrias, marchas militares y engrandecer momentos concretos en las composiciones para grandes conjuntos.
Tal y como comentaba, nuestros timbales orquestales occidentales provienen del uso de estos mismos en las bandas militares (muchas veces se tocaban a caballo) y que a su vez tienen su origen en las bandas de Jenízaros que los usaban en las batallas, junto con nuestros queridos tambores y platillos, para ayudar a marcar el paso y atemorizar al enemigo desde la lejanía. Se tiene constancia de que la primera banda militar fue fundada por Califato Otomano en el año 1299 y bautizada con el nombre de Mehterhane.
En este vídeo podéis haceros una idea de la formación actual en directo, donde también se ven naqqaras (“abuelo” de los timbales), Davuls y Cevgens.
Por último, otro de los puntos sensibles a la hora de añadir percusión en piezas de la denominada “música antigua” es el momento en el que hay que decidir en qué piezas se toca, en qué momentos y con qué instrumento. Tal y como comentábamos al principio, hasta bien entrado el barroco, rara vez tendremos una partitura con nuestras partes escritas y nos tocará componernos partes, ritmos e instrumentaciones.
Para ello deberíamos hacer uso de la información de la que podamos disponer sobre la pieza:
- Si es sacra o profana.
- Qué función cumplía y dónde se tocaba.
- Con qué instrumentos se tocaba y con qué instrumentos estamos tocando en ese momento.
- Si es una danza, qué patrón se usaba y, si se puede saber, cómo se bailaba.
A parte de estos puntos también tendremos que tirar de astucia y mucha observación así como de todo el bagaje que podamos aportar como intérpretes.
En el resto de instrumentos siempre habrá patrones intrínsecos en el bajo o voces intermedias y melodías que nos den una pista de por dónde podemos meternos y apoyar un patrón, desarrollar nuevas texturas o aportar un timbre nuevo al conjunto.
Este es un tema que nos daría para extendernos muchísimo más, pero puede ser un buen punto de partida para aquellos que desconocíais este mundo y os haya podido resultar interesante.
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